Salud en la Población Indígena, Afrodescendiente, y otras Diversidades Étnicas de las Américas
La salud entendida como un proceso: salud – enfermedad – atención -cuidado, es totalmente interdependiente de los procesos sociales, culturales, económicos, políticos, religiosos y ambientales. Las comunidades indígenas y étnicas no son ajenas a estos procesos y han creado sus propios sistemas médicos y terapéuticos que responden a su historia, contexto, región y manera de verse a sí mismos en el mundo.
De otro lado la salud como Derecho Humano le asiste a todas las personas indistintamente de su etnia, género, religión, clase o raza, esto implica la oportunidad de recibir atención médica en todos los ámbitos de la vida individual y colectiva. Esto ha sido un reto para los estados, que se traduce, por ejemplo: en datos inexactos sobre la situación de salud de los pueblos indígenas, los afrodescendientes y otros grupos étnicos.
Si bien no se posee una información detallada de salud específica, se sabe que las condiciones sociales y económicas de una buena parte de las comunidades étnicas de la región, son precarias. Muchas de estas poblaciones sufren las consecuencias de las brechas significativas en la salud y los datos disponibles referidos a algunas poblaciones indígenas y afrodescendientes dan cuenta de las inequidades existentes en comparación con la población general.
Los indicadores de salud y de desarrollo de los pueblos indígenas son precarios y esto responde a problemas estructurales que se acarrean históricamente. Por ejemplo, en la década pasada la OPS advertía que en la Región de las Américas 400.000 niños menores de cinco años morían cada año por causa de enfermedades prevenibles, y que los resultados eran deficientes en materia de salud especialmente cuando los mismos tenían que ver con grupos étnicos. Hasta el presente, la mortalidad materna e infantil es notablemente más alta en las poblaciones indígenas y afroamericanas que en otros grupos étnicos. De igual manera, los índices de desnutrición infantil son más altos en la población indígena que en la población general. Las tasas de violencia contra la mujer y suicidio tienden a ser más altas en la población indígena.
En algunos países de la región los pueblos indígenas son mayoría, es el caso de los mayas, quechuas o kichwas, guaraníes, achi o aymaras quienes por factores económicos, sociales y culturales sociales tienen condiciones de vida y salud precarias. En estos casos la relación entre la variable de pobreza y etnicidad va siempre en proporción directa, lo cual indica que las poblaciones indígenas, en general, tienen condiciones más adversas que los demás grupos de población. Los indicadores de salud que van desde la mortalidad materna hasta los partos hospitalarios y coberturas de vacunación tienen menos rendimiento en las poblaciones indígenas que en las no indígenas.
Algunas cifras según la Política sobre Etnicidad y Salud:
- Aunque los pueblos indígenas constituyen entre el 8-10% de la población, actualmente representan el 17% de la población que vive en situación de pobreza extrema en América Latina.
- La tasa de fertilidad de las mujeres indígenas y afrodescendientes es aproximadamente un 10% superior a la tasa de la población general y, sin embargo, reciben menos atención de calidad durante el embarazo, el parto y el posparto.
- En Guatemala, 58% de los niños indígenas sufre desnutrición crónica y 23% sufre desnutrición grave; mientras que en el caso de los niños que no son indígenas, 34% sufre desnutrición crónica y 10% sufre desnutrición grave.
- En Panamá y Perú, la mortalidad infantil es tres veces superior en las poblaciones indígenas que en las que no son indígenas.
- En Chile, la mortalidad de la población indígena joven es casi cuatro veces superior que en la población general.
- Se estima que 62,6% de los niños indígenas en la Región sufre algún grado de privación de agua potable, frente al 36,5% de los niños que no son indígenas.
- En algunos países la tasa de fecundidad de las adolescentes afrodescendientes es 40% superior a la tasa en las que no son afrodescendientes; en las adolescentes indígenas, esta tasa puede ser incluso dos veces superior en comparación con la tasa de fecundidad en la población que no es indígena
La cobertura de la atención de salud, ya de por sí baja en las zonas rurales, alcanza los niveles más críticos en las zonas de asentamiento de los pueblos indígenas. Los saberes -conocimientos- colectivos, las prácticas locales, los terapeutas de la medicina indígena y los recursos comunitarios son muy necesarios, junto con los recursos de la biomedicina, para atender los problemas de salud de las comunidades indígenas, afroamericanas y de las distintas diversidades étnicas que son afectadas por problemas de salud.
El tomar en cuenta la salud en las poblaciones indígenas de las Américas, plantea retos importantes no solo por dar respuestas concretas a los problemas de salud y las determinantes que actúan en los mismos, sino también pasa por reconocer la existencia de sistemas médicos tradicionales que han beneficiado a la humanidad entera, y que forman parte fundamental de las respuestas integrales para la salud y el bien común.
Desde hace unas décadas y enmarcado fundamental en el reconocimiento de derechos, a través del Convenio 169 de la OIT, los estados vienen adelantando procesos de salud intercultural, cuyos desarrollos son de diversa magnitud, en tanto responden a las realidades nacionales, en términos de sistemas de salud, avance en los derechos, etc. Esto implica que cada país tiene desarrollos, integración de sistemas de salud y datos propios sobre sus comunidades étnicas.